Tenía aproximadamente 24 años cuando comencé a conocer a Dios, en ese momento se despertó en mi corazón el deseo ardiente de servirlo, elegí el ministerio de diáconos porque estaba de acuerdo con los dones que Dios me había dado, de esta manera empecé a asistir a los discipulados, cuando llegó el momento de servirle, elegí el horario que nadie quería, ese horario era el 06:00 a 08:00.
En ese momento pensé en todo lo que había hecho Jesucristo por nosotros, dejar su condición de Dios y se volvió hombre (Filipenses 2:6), con las mismas limitaciones, sintiendo hambre (Marcos 11:12), tuvo sed (Juan 19:28), conoció lo que es tener miedo (Lucas 22:41-43), fue golpeado, insultado, escupido, azotado, crucificado, y una lanza traspasó su costado. Si él fue capaz de entregar su vida por nosotros, me dije ¿por qué no puedo sacrificar un poco de mi sueño por él?
Así que me levantaba todas las mañanas a las 4 de la mañana para estar a las 5 en el templo, barrer, limpiar las bancas porque el techo era de jatata (especie de palmera), recuerdo que renegábamos contra los del ministerio de alabanza, decíamos: ¿Qué falta de reverencia, no tienen temor de ensuciar la casa de Dios? Porque encontrábamos el púlpito lleno de botellas.
De manera personal creía que lo estaba haciendo
bien, de hecho, me consideraba un buen siervo, pero el problema es que no
dejaba que Dios entre a las otras áreas de mi vida, por ejemplo en mi casa era
el mismo hombre, no había cambiado, por supuesto que con el tiempo entendí que
no bastaba servir a Dios, necesitaba que Dios tome el control de cada área de
mi vida para poder servirle y ser un siervo que no tiene de que avergonzarse.
¿Cuál era el problema? Estaba sirviendo a Dios
en mis propias fuerzas, no permitía que el Espíritu Santo tome el control de mi
vida, muchas veces servía a Dios sin orar, sin leer, sin adorar, sin buscarlo. ¡He
ahí el problema!
Entonces la pregunta viene
- ¿Sirves a Dios sin orar?
- ¿Sirves a Dios sin leer la Biblia?
- ¿Sirves a Dios sin adorarlo?
- ¿Sirves a Dios sin buscar tener intimidad con Él?
En caso de haber respondido “si” a alguna de
esas preguntas estas sirviendo a Dios en tus propias fuerzas, recordemos que el
ministerio es un trabajo espiritual que realizamos con los dones que Dios nos
ha proporcionado, de esta manera le estamos dando libertad al Espíritu Santo
para que actúe por medio de nosotros.
Puesto que no podemos entregar nada que no hubiésemos
recibido primero, es necesario tener una relación íntima con Dios para que recibamos
de parte de Dios y de lo recibido entregar a los hermanos.
Me gustaría contarte dos historias de hombres
que intentaron servir a Dios en sus propias fuerzas.
Dios le había profetizado a Abraham que sus
descendientes estarían cautivos por 400 años (Génesis 15:13), ese tiempo estaba
por cumplirse (Éxodo 12:40, recordemos que Moisés estuvo 40 años en el desierto,
y que vivió 40 años en Egipto), así que los hebreos estaban esperando el nacimiento
de su salvador por así decirlo.
Moisés fue adoptado por la hija del Faraón
(Éxodo 2:10), eso lo convertía en alguien de la realeza, y por supuesto que
recibió la mejor educación de la época, con seguridad tenía conocimiento militar,
puesto que los líderes de ese entonces se caracterizaban por dirigir sus
ejércitos en las batallas, además, también podemos suponer que contaba con
prestigio, relaciones e influencia dentro de Egipto.
Éxodo 2:11 “En
aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en
sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus
hermanos.”
A pesar de vivir en el palacio, y de estar
rodeado de gente importante de Egipto, Moisés sabía que era hebreo, ¿quién en
su sano juicio sabiendo que tiene la capacidad de liberar a su familia no lo haría?,
personalmente creo que la intención de Moisés al conocer sus capacidades y su
alcance tenía planeado liberar al pueblo hebreo, lo más probable una rebelión
que causaría muchos muertos.
Con certeza Moisés sabía que una rebelión
armada podía conseguir la liberación del pueblo hebreo, porque los hebreros
eran más numerosos y fuertes que los egipcios (Éxodo 1:9), sólo les faltaba una
cosa… un líder, desde un punto de vista humano líder ideal era Moisés, tenía
todas las cualidades necesarias para llevar adelante esa misión, pero desde el
punto de vista de Dios, no tenía las cualidades necesarias, en caso de que
Moisés hubiese conseguido liberar al pueblo hebreo con sus capacidades humanas,
la gloria se la hubiese llevado Moisés, además de que iba a correr mucha
sangre; se necesitaba una intervención divina para que la gloria se la lleve
Dios.
Es así que el faraón se llega a enterar de que Moisés
había matado un egipcio, se enfada tanto que pretende matarlo, pero Moisés
escapa al desierto. En el desierto Dios trata con Moisés durante 40 años, para
que entendamos hasta que punto Dios trató con la vida de Moisés, leamos:
Génesis 46:33-34 “Y
cuando Faraón os llamare y dijere: ¿Cuál es vuestro oficio? entonces diréis:
Hombres de ganadería han sido tus siervos desde nuestra juventud hasta ahora,
nosotros y nuestros padres; a fin de que moréis en la tierra de Gosén, porque para
los egipcios es abominación todo pastor de ovejas.”
Ahora leamos
Éxodo 3:1 “Apacentando
Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a
través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.”
Por si no lo entendiste, Moisés fue criado con
una mentalidad de egipcio, para él lo peor era ser pastor de ovejas, podía ser
cualquier cosa, pero ser pastor de ovejas, ¡jamás! Dios lo llevo a ser un
pastor de ovejas y lo peor de todo es que ni siquiera eran sus ovejas, eran las
ovejas de su suegro.
Dios trabajo tanto en Moisés que el hombre que
asesinó al egipcio no se parece en nada al Moisés que dijo:
Éxodo 3:11 “Entonces
Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto
a los hijos de Israel?”
Ya no vemos a un Moisés prepotente, confiado y
seguro; por el contrario, vemos a un Moisés humilde que reconoce que no puede
hacer en sus propias fuerzas el trabajo que Dios le está encomendando.
Después de que Dios trató con la vida de
Moisés, lo llevo a ser el profeta más grande del antiguo testamento, eso quiere
decir qué si queremos que Dios use nuestras vidas, debemos entregarle esas
áreas que faltan ser pulidas.
Nada podemos lograr en nuestras propias
fuerzas, pero cuando Dios actúa por medio de nosotros podemos liberar a un pueblo
de la esclavitud del pecado, de la depresión, de la enfermedad, de la muerte,
de la amargura, Etc.
A veces sucede justamente lo que le pasó a
Moisés, por ejemplo:
Porque cantamos muy bien o tocamos de una
manera espectacular algún instrumento creemos que podemos estar en un
ministerio de alabanza y nos desesperamos para que nos pongan a servir, y
justamente pasa eso en algunas congregaciones, porque hay un cantante famoso
que recibió al Señor en su corazón, ya mismo lo están subiendo al púlpito a
alabar; pero Dios no está buscando cantantes, Él está buscando adoradores en
espíritu y en verdad (Juan 4:23-24).
O porque alguien famoso acepto a Jesucristo en
su corazón y sabe hablar en público, ya lo quieren poner a predicar, se
necesita tiempo para que Dios trate con sus vidas y para saber que hay en el
corazón de las personas.
Esta es la historia de un hombre que tenía
muchas credenciales y quería servir a Dios.
Filipenses 3: 4-6
“Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene
de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de
Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley,
fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia
que es en la ley, irreprensible.”
Pablo era un hombre que estaba lleno de títulos
y logros de nacimiento y personales, él podía jactarse perfectamente que era el
hombre ideal para servir a Dios, de hecho, intentó servir a Dios en sus
fuerzas, pero eso lo llevó a cometer muchos errores.
Fue cómplice del asesinato de Esteban (Hechos
8: 1-3), llevaba a los creyentes a la cárcel, creía que estaba sirviendo a
Dios, realmente amaba a Dios, pero eso pasa cuando amas a Dios “por más torpe
que seas no te vas a extraviar” (Isaías 35:8).
Jesucristo tuvo que confrontarlo y
parafraseando: “no me estás sirviendo, me estas persiguiendo”, en ese momento
Saulo sufrió una ceguera física, para deje de mirar afuera, empiece a mirar
adentro y encontrar el camino correcto, cambió tanto que dejó de llamarse Saulo
y empezó a llamarse Pablo. Comprendió que necesitaba tanto de Dios que en su
momento dijo:
Filipenses 3:7 “Pero
cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de
Cristo.”
Cuando intentamos servir en nuestras propias
fuerzas, equivocamos el camino y con seguridad la mayoría de las veces hacemos
mal las cosas. Es por eso que necesitamos empezar a servir a Dios no en
nuestras fuerzas, sino en las fuerzas de Dios.
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