Apocalipsis 3:16 “Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.”
La vida cristiana es una vida de absolutos, somos
espirituales, controlados por el Espíritu; o somos carnales, controlados por la
carne. En la vida cristiana no existen los puntos medios, Dios aborrece a los
cristianos tibios, porque no están con un pie dentro de la iglesia y otro en el
mundo.
Cuando hablamos de una persona tibia, es de aquella
persona que conoce a Dios, pero no tiene un compromiso con Él, esta persona va
a la iglesia, canta alabanzas, puede llegar a ofrendar y a diezmar, pero es un
cristiano de domingo, en su vida diaria no busca a Dios, no lee la Palabra, no
adora, no ora, no tiene una relación con Dios, si alguna vez lee la Palabra, la
cuestiona, duda, no cree en Dios. Pero una persona tibia inclusive puede llegar
a servir en un ministerio, pero es una persona que hace lo mínimo indispensable
para poder servir, lo único que quiere es en realidad calmar la conciencia.
Mateo 7: 21-23 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará
en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en
los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores
de maldad.”
Este pasaje está dedicado justamente a los ministros
tibios, a los siervos tibios, a aquellos que pretenden reemplazar la relación por
el servicio, pero nunca se preocuparon por buscar y conocer al Dios que sirven.
Una persona caliente (lleno del fuego del Espíritu
Santo), es una persona que no peca, ¿Una persona llena del Espíritu comete
errores?, por supuesto que peca, pero lo que no hace es practicar el pecado,
entonces cuando pecamos necesitamos hacer dos cosas muy importantes, pedir perdón
y corregirnos. El punto está que mientras más tardemos en hacer estas dos
cosas, va a ser más difícil corregirnos, porque el espíritu que hay en nosotros
se contrista.
Se van a dar cuenta que cuando cometemos un pecado
“grave” (no existe pecado grave, para Dios pecado es pecado) por primera vez,
el corazón se acelera, nos ponemos nerviosos, miramos a todas partes y cuando estamos
delante de alguien que tiene autoridad sobre nosotros, nos sentimos incómodos,
no podemos mirarle a los ojos, porque nos sentimos sucios, creemos que ya los
saben, nos sentamos atrás, pero mientras más practicamos ese pecado, esos
sentimientos de incomodidad van desapareciendo poco a poco y con el tiempo se
vuelve más fácil pecar y más difícil pedir perdón y corregirse.
Efesios 4:17-17 “Esto, pues, digo y requiero en el
Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su
mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por
la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales,
después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para
cometer con avidez toda clase de impureza.”
Existen seis pasos para llevar una vida ajena a la
voluntad de Dios.
El primero, es andar como los gentiles significa andar en
incredulidad, cuando hablo de incredulidad no significa que no creen en Dios o
que se declaran ateos, porque cuando preguntas a la gente, ellos dicen que
creen en Dios, pero el problema es que ellos no le creen a Dios, dudan de la
Biblia, creen más en las noticias virales de las redes sociales que en la misma
Biblia; viven una vida como si Dios no existiera, no lo toman en cuenta para
nada.
El segundo, es andar en la vanidad de la mente, buscando teorías
humanas, racionales, con el propósito de satisfacer sus propios deseos,
buscando creencias que se acomodan a lo que a ellos les gustan, cuestionando lo
que dice la Palabra, en 2 Corintios 10:5 dice que nuestros pensamientos tenemos
que llevarlos cautivos a la obediencia a Cristo.
El tercero, es un “apagón del alma”, nuestro entendimiento queda
a oscuras, haciendo que tomemos malas decisiones, cometemos muchos errores,
lastimando a los seres que amamos, pecando y por supuesto dando rienda suelta a
la vida carnal.
El cuarto, es vivir una vida ajena a la de Dios, ya no oramos,
ya no adoramos, ya no nos congregamos, ya no leemos la palabra, desconocemos
los planes de Dios para nosotros, y hasta llegamos a decir “alguna vez fui
cristiano”, como si ser cristiano fuera una moda o algo pasajero, inclusive
dicen “alguna vez serví en la iglesia”, en este punto estamos Dios parece tan
distante y el espíritu contristado.
El quinto, es un corazón duro, dejamos que las ofensas crezcan,
no perdonamos, ni pedimos perdón, dejamos que el dolor y el resentimiento
crezcan, en este punto ya somos insensibles a las cosas espirituales, somos
incapaces de escuchar la voz de Dios, dejando un vacío muy grande que necesita
ser llenado.
El sexto, es cometer toda clase de impurezas con el fin de
llenar ese vacío que existe en el alma, lo triste es que nada lo puede llenar,
y nos sentimos cada vez más vacíos. Existe una búsqueda de la felicidad que es
insaciable, porque la carne pide cada vez más y más, la carne no se cansa de
seguir pidiendo.
Hebreos
12:6-7 “Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe
por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué
hijo es aquel a quien el padre no disciplina?”
Dios disciplina a Sus hijos cuando estos se salen del camino,
Dios disciplina con el único propósito de que regresemos por al buen camino. La
disciplina correctiva que administra Dios es en tres etapas.
- Disciplina como advertencia, con frecuencia la percibimos primero como una pérdida de gozo y de felicidad interior. Después las cosas a nuestro alrededor parecen andar mal. Necesitamos mucho discernimiento para distinguir entre una disciplina como advertencia y una prueba. Sólo examinándonos a nosotros mismos (1 Cor. 11:31) podemos determinar si hay pecados sin confesar en nuestra vida. Si los hay, la confesión producirá el resultado para el cual fue enviada la disciplina.
La disciplina como advertencia puede ser dura. El autor de Hebreos nos dice que no desmayemos cuando somos reprendidos por Dios (Hebreos 12:5 “…Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él;”), Un padre verbalmente establece normas para sus hijos y cuando desobedecen los corrige verbalmente y repasa con ellos esas normas. Cuando pone al niño contra la pared y le dice los motivos por los cuales no debió haber hecho lo que hizo y lo que le sucederá si vuelve a hacerlo, el padre levanta su voz porque quiere evitarle al niño un dolor físico, el dolor que sus acciones pueden causar y el dolor que causará el enojo de su padre. Cuando tiene que hacerlo, nuestro Padre nos pone contra la pared y descarga sobre nosotros el poder amonestador de Su Palabra.
- Disciplina intensiva, si no respondemos a la primera advertencia, Dios aumentará Su disciplina. Esta es la etapa de azotes que describe Hebreos 12:6 “Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.”. Un azote es un latigazo doloroso. Esta etapa puede incluir pérdida de la salud, de bienes materiales o de seres queridos; y si no confesamos y nos corregimos puede seguir durante años. Una vez más es importante que sepamos que, aunque los azotes son muy dolorosos, siempre se dan en amor. La intención de Dios no es castigarnos, sino impulsarnos a volver a tener una relación con Él.
- Disciplina de muerte, si nos negamos, Dios en algún momento nos llevará a casa mediante el pecado de muerte (1 Jn 5:16 “Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.”). La disciplina máxima es quitarnos de esta tierra antes de terminar nuestra carrera.
Como hijos de Dios, estaremos sujetos a la disciplina
toda la vida porque nuestro Padre nos ama tanto que quiere hacer de nosotros
algo grande.
En 2 Samuel
15-17, tenemos la historia de un hombre que murió en pecado de muerte. Se
llamaba Ahitofel. Era un amigo muy querido del rey David, un creyente maduro a
punto de convertirse en un gran héroe de su tiempo. Su deslealtad fue muy sutil,
durante mucho tiempo no se notó, pero lo fue carcomiendo por dentro. A Diferencia
de David, no cayó en la sensualidad y la lascivia. Las tentaciones a las cuales
cedió Ahitofel fueron la arrogancia, el sentido de perfección, el juzgar a
otros, el legalismo gobernó la vida de Ahitofel.
¿Quién era este Ahitofel? Era de Gilo, un pueblo en
los montes de Judá, Ahitofel era consejero del rey David; este hombre conocía
la Palabra de Dios y tenía el entendimiento y la sabiduría que sólo pueden
venir de la aplicación de la Palabra. 2
Samuel 16:23 “Y el consejo que daba Ahitofel en aquellos días, era como si se
consultase la palabra de Dios. Así era todo consejo de Ahitofel, tanto con
David como con Absalón.”; El consejo de Ahitofel era como si se consultase
a Dios mismo, este hombre era una enciclopedia de la Palabra, y su consejo era
seguido por David y por su hijo Absalón.
2 Samuel
15:12 “Y mientras Absalón ofrecía los sacrificios, llamó a Ahitofel gilonita,
consejero de David, de su ciudad de Gilo. Y la conspiración se hizo poderosa, y
aumentaba el pueblo que seguía a Absalón.”
Ahitofel era un hombre tan sabio que el mismo hecho de
unirse a la rebelión de Absalón hizo que esta se vuelva poderosa. Absalón era
un hombre apuesto con muchos puntos fuertes y un tremendo carisma. Había
logrado ganarse a los hombres de Israel al agrandar y amplificar el pecado de
su propio padre (2 Samuel 15:1-6)
Aparentemente Ahitofel no tenía motivos para unirse a
la rebelión de Absalón en contra de David, entonces ¿cómo pudo haberse desviado
al punto de decidir sumarse a la conspiración contra el creyente más grande de
su época, a quien Dios mismo llamo “varón conforme a mi corazón” (Hechos
13:22)?
2 Samuel
23:34 “Elifelet hijo de Ahasbai, hijo de Maaca, Eliam hijo de Ahitofel,
gilonita,”.
2 Samuel
11:3 “Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es
Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo.”
Al comparar estos dos pasajes podemos ver cómo puede
haber nacido el malestar de Ahitofel. Ahitofel tenía un hijo llamado Eliam;
Eliam tenía una hija llamada Betsabé. Ahitofel era el abuelo de Betsabé.
Comenzamos a entender que ha pasado en el corazón de Ahitofel. El rey sedujo a
la nieta de Ahitofel; esta quedó embarazada; hizo matar al esposo de ella. El
yerno de Eliam era Urías heteo, tanto el suegro (Eliam) como el yerno (Urías) estaban
contados entre los valientes de David ¿Cómo pudo hacer esto David a un hombre
que arriesgó su vida tantas veces por él?, prácticamente David destruyó la
familia de la nieta de Ahitofel.
Lo que me sorprende de Ahitofel es que, a pesar de la
deslealtad, de la falta de perdón, a pesar de todo el pecado que estaba
cargando, esto no era un impedimento para que Dios lo use a favor de David,
puesto que su consejo era como si se consultase a Dios mismo.
Eso quiere decir que podemos ver hombres que están
sirviendo en pecado, Dios les da un tiempo de gracia para que se arrepientan y
vuelvan de sus malos caminos, pero si no lo hacen terminan en un camino de
muerte.
Ahitofel se sintió ofendido por el pecado de David; lo
tomó como algo personal e injusto y lo juzgó, durante muchos años permaneció
callado y no dijo nada permitiendo que el resentimiento y la ira fueran
creciendo y carcomiendo su alma, cuando vio que Absalón se rebelaba contra su
padre, pudo haber pensado cualquiera de estas dos cosas:
a.
Dios está
usando a Absalón para juzgar a David por sus pecados, si este fuera el caso, Ahitofel
tenía una venda sobre los ojos que no le permitió ver la realidad.
b.
Intentó
usar la rebelión de Absalón como un medio para una venganza personal, por lo
que le hizo a la familia de su nieta Betsabé.
David era pecador. Resulta obvio que tenía
inclinaciones de lascivias en su naturaleza pecadora. Ahitofel también era
pecador; este hombre tenía inclinaciones legalistas en su naturaleza pecadora.
La diferencia entre ambos es que David comprendía lo que era la gracia, había aceptado
la corrección y había sido restaurado por medio de su confesión. Sabía cómo
recibir gracia de Dios y sabía cómo extender gracia a otros.
Pasaron por lo menos diez años entre el gran pecado de
David y el levantamiento de Absalón. Durante todo ese tiempo Ahitofel
secretamente ha de haber alimentado su resentimiento.
Cuando David se entera que Absalón se ha ganado el
corazón de la gente, se va voluntariamente de Jerusalén. No quiere ver sitiada
la ciudad, ni la muerte de inocentes. Aunque su corazón está destrozado por la
traición de su hijo, sabe que Dios lo ha hecho rey y que cuando Dios da y luego
decide quitar es sólo para dar una bendición mayor. David se retira de la
ciudad sin nada, dispuesto a entregarse enteramente a la gracia de Dios.
2 Samuel
15:30-37 “Y David subió la cuesta de los Olivos; y la subió llorando, llevando
la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el pueblo que tenía
consigo cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían. Y dieron
aviso a David, diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón.
Entonces dijo David: Entorpece ahora, oh Jehová, el consejo de Ahitofel. Cuando
David llegó a la cumbre del monte para adorar allí a Dios, he aquí Husai
arquita que le salió al encuentro, rasgados sus vestidos, y tierra sobre su
cabeza. Y le dijo David: Si pasares conmigo, me serás carga. Mas si volvieres a
la ciudad, y dijeres a Absalón: Rey, yo seré tu siervo; como hasta aquí he sido
siervo de tu padre, así seré ahora siervo tuyo; entonces tú harás nulo el
consejo de Ahitofel. ¿No estarán allí contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar?
Por tanto, todo lo que oyeres en la casa del rey, se lo comunicarás a los
sacerdotes Sadoc y Abiatar. Y he aquí que están con ellos sus dos hijos,
Ahimaas el de Sadoc y Jonatán el de Abiatar; por medio de ellos me enviaréis
aviso de todo lo que oyereis. Así vino Husai amigo de David a la ciudad; y
Absalón entró en Jerusalén.”
Al comenzar a subir el Monte de los Olivos, le dicen a
David que su amigo Ahitofel está entre los conspiradores. Cosa curiosa es que mil
años más tarde, casi en el mismo lugar, el Señor Jesucristo sería traicionado
por su amigo Judas en el jardín de Getsemaní. David en lugar de molestarse, lo
que hace es orar buscando refugio en Dios, sabiendo que de Él viene su socorro.
Pero también vemos que David se toma el tiempo para
adorar a Dios, no importa que esté siendo perseguido, no importa haber perdido
el reino, no importan las traiciones, no importa que su vida esté en peligro,
lo que importa es rendir el corazón a Dios.
Dios al ver el corazón de David le envía a un hombre
como Husai. Husai fue clave para que David pueda retomar el poder.
En 2 Samuel 17. Ahitofel aconseja a Absalón que le dé
12.000 hombres para poder matar a David esa noche “Y caeré sobre él mientras está cansado y débil de manos; lo
atemorizaré, y todo el pueblo que está con él huirá, y mataré al rey solo” (2
Samuel 17: 2).
A Absalón le gusta la idea de Ahitofel, pero quiere
saber qué opina Husai. Husai le recuerda a Absalón lo feroces que son David y
sus grandes hombres y las habilidades que tienen para la guerra. Le dice a
Absalón que espere y no ataque hasta haber juntado más tropas.
Ahitofel había dado el consejo mejor. No ha perdido su
capacidad de aconsejar a pesar de estar actuando mal. Si Absalón hubiera
seguido su consejo, David hubiera sido asesinado y el reino hubiese sido de
Absalón. Pero Dios contestó la oración de David, David el adúltero, David el
asesino, ¿Por qué? Porque David aceptó la disciplina de Dios. Absalón siguió el
consejo de Husai, “Porque Jehová había
ordenado que el acertado consejo de Ahitofel se frustrara” (2 Samuel 7:14).
Ahitofel se había convertido en un enemigo de Dios. Ahora luchaba, no contra
David, sino contra Dios.
2 Samuel
17:23 “Pero Ahitofel, viendo que no se había seguido su consejo, enalbardó su
asno, y se levantó y se fue a su casa a su ciudad; y después de poner su casa
en orden, se ahorcó, y así murió, y fue sepultado en el sepulcro de su padre.”
En el instante que su consejo fue rechazado, Ahitofel
supo que David triunfaría. Supo que tendría que enfrentar al rey, y no pudo
aguantar la idea. No pudo manejar las consecuencias de sus propias elecciones
arrogantes. Murió, como Judas mil años después, por su propia mano.
Pero me gustaría observemos que la deslealtad/traición
de Ahitofel fue como consecuencia de una ofensa no perdonada que dejó crecer en
su corazón, al final eso se convirtió en una raíz de amargura que ocasionó un triste
final para la vida de un gran siervo usado por Dios como lo fue Ahitofel.
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