lunes, 13 de septiembre de 2021

Señor y Siervo

Génesis 1:26-28 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”


La Biblia enseña que: lo primero que hizo Dios después de crear al hombre, fue bendecirlo, esto nos muestra que Dios siempre estuvo interesado en que el hombre sea una persona exitosa, prospera, fructífero, que tenga la capacidad de crecer y multiplicarse. Pero también nos muestran que el hombre fue creado para gobernar la creación de Dios, por lo tanto, el hombre fue creado con talentos y dones de liderazgo y señorío.



Ese señorío abarca a toda la creación, desde las bestias hasta los fenómenos climáticos, como el viento, la lluvia, inclusive el sol., Dios quería que toda la creación esté sujeta al hombre, podemos ver algunos vestigios de cómo: Noé separó las aguas (Éxodo 14:21), de cómo Josué pidió al sol que se detenga en medio del cielo (Josué 10:12-13), o de cómo Jesús hizo que la tormenta se detenga (Marcos 4:39) o caminar sobre las aguas (Mateo 14:25).
Inclusive hoy en día vemos como el hombre tiene la capacidad de poder amaestrar animales.


Génesis 2:15
-16 “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;”


El hombre no solamente fue creado para ser “señor” sino que aquí también vemos que fue creado para ser siervo de Dios, si no fuese así Dios no hubiese pudiese mandar al hombre. El hombre era señor de la creación, pero ese señorío estaba sujeto a la obediencia a Dios.


El hombre no quería ser siervo por eso tomó decisiones independientes de la voluntad de Dios, desobedeciendo el mandato de no comer el fruto prohibido, cuándo el hombre pecó paso de ser siervo de Dios a ser esclavo del pecado, de Satanás y de sus propios deseos carnales.


Hay una gran diferencia entre ser siervo y ser esclavo, se sirve a Dios por amor, esto nos recuerda cuando un esclavo pagaba su deuda y era liberado tenía la opción de quedarse a servir con su amo, porque amaba al amo y a la familia del amo, cuando el ciervo decidiría servir a su amo por amor, el amo le hacía un hueco en la oreja. Como distintivo de que él era siervo por voluntad propia y no por obligación.


Mientras que el esclavo es esclavo toda su vida no tiene posibilidad de liberarse y a pesar de que él no desea ser esclavo permanece esclavo, haciendo la voluntad de su amo.


Realmente eso es lo que pasa nosotros servimos a Dios, porque amamos a Dios, nadie nos obliga a servir, pero si existe en una condición para ser siervos por voluntad propia, esa condición es el amor que tenemos a nuestro Señor.


En cambio, las personas que no conocen a Cristo son esclavos de sus propios deseos y pasiones, llegando a pecar; a pesar de que quieren cambiar de vida, a pesar de que intentan liberarse de sus vicios y estilo de vida pecaminoso, no lo pueden hacer en sus propias fuerzas; aun sabiendo que ese camino puede llevarlo a perderlo todo e inclusive la muerte.


En realidad, donde sea que vayamos estamos somos señor y siervo al mismo tiempo, usted ve por ejemplo que siempre existe una estructura de orden y sujeción.


Efesios 5:21 “Someteos unos a otros en el temor de Dios.”


Por ejemplo: el profesor es autoridad para los estudiantes, pero está sujeto  al director, el director a director distrital y así sucesivamente, en una empresa estamos sujetos a nuestro jefe, el jefe al subgerente, el subgerente al gerente, el gerente a la junta de accionista y así sucesivamente.

Cuándo vamos en contra del orden establecido estamos yendo en contra de Dios mismo (Romanos 13:1-2), la palabra nos enseña que toda autoridad sido puesta por Dios y si nos revelamos en contra de las autoridades estamos nos revelamos en contra de Dios.


Inclusive en la casa el hijo está sujeta a la madre, la madre al padre, el padre a Cristo y Cristo  a Dios.

1 Corintios 11:3Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.”


Al final “todo” está sujeto a Dios. Pero al hombre no le gusta ser estar sujeto a nadie, porque no quiere ser siervo, al hombre le gusta ser señor, el hombre quiere tomar sus propias decisiones, es por eso que vemos en la iglesia mucho pueblo y pocos siervos.

 

Es más fácil servir en lugares visibles o lugares de honra, al hombre le gusta estar en el púlpito ya sea como salmista o como predicador, o le gusta estar cerca del púlpito y ser visibles para el pueblo.


Los siervos que están en esos lugares visibles y de honra, tienen que luchar con algo que se llama ego, porque es muy agradable para un salmista que canta muy bonito, o que toca bien algún instrumento, recibir un “piropo” sobre sus talentos, es muy agradable para un predicador escuchar que predica bien, o que enseña bien, o que el mensaje fue llegó hasta el corazón. Es necesario mantener la humildad, si hay algo bueno nosotros es porque viene de parte de Dios, ya sea el talento para cantar, o el don de hablar en público.


Algo que me ayuda a mantener la humildad es: cuando Jesús entró a Jerusalén montado sobre un burro y la gente ponía palmas y alaba al señor y decían Hosanna al rey de reyes, el burro estaba feliz porque creía que era por él que aplaudían, pero no era por el burro era por el señor que estaba montado sobre el burro. Entonces recordemos que no somos nosotros, es el señor en nosotros y a través de nosotros.


Este pequeño cuento me ayuda a mantener la humildad, sí en algún momento recibo algún elogio, digo no es por mí, es por el señor que está en mí, y porque a él le plació usarme de alguna manera.


Nosotros como siervos debemos ser como el oxígeno, en situaciones normales el oxígeno pasa desapercibido, pero cuando no hay oxígeno vemos qué es muy importante, de igual manera nosotros deberíamos pasar desapercibido en nuestro servicio, pero cuando no estemos sirviendo, las personas deberían preguntar dónde está este siervo tan amable, tan servicial, nuestra ausencia debería notarse.


Dice la Biblia que nosotros somos la sal de este mundo, de la misma manera cuando comemos una comida sin sal, todo el mundo dice: a esta comida le hace falta sal (no estamos presentes), cuando comemos una comida sabrosa (con la sal en su punto), nadie dice: ¡Qué rica que está la sal! (hacemos nuestro servicio de una manera invisible para el hombre, pero visible para Dios), pero cuando hay demasiada sal, no queremos comer la comida porque está salada (servimos con demasiada exposición y queremos llevarnos la gloria, siendo que la gloria le pertenece a Dios).


S. Marcos 10:42 “Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad.”

Pero les decía que al hombre le gusta ser el señor, porque es muy bonito que nos atiendan, que nos sirvan, así como pasa en los restaurantes, donde usted se sienta, el mesero le sonríe, le entrega la carta para que elija lo que usted desea comer, le trae la comida a la mesa, le sirve su refresco o jugó en el vaso, lo atiende tan bien, que al final usted siente la obligación de darle una propina.


Eso pasa con la gente, le encanta estar en lugares de honra, qué la gente los reconozca cuando caminan por la calle, estar en los primeros lugares, ser el jefe y que todo el mundo le obedezca, pero para estar en ese lugar casi todos han tenido que pagar un precio muy alto, como: pasar por encima de alguien, traicionara a alguien, sobornar, hablar mal de alguien, algunos ocupan posiciones de liderazgo, o posiciones de importancia porque han tenido porque son parientes o amigos de alguien, no porque realmente lo merezcan.
Muy pocos están en estas posiciones porque realmente tiene la capacidad y se lo merecen.


S. Marcos 10:43
-44 “Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.”


Pero Dios dice que: en la vida cristiana es muy diferente al mundo, si nosotros anhelamos un puesto del liderazgo no debemos conseguirlo por: amistad, hablando mal para otro, ni pasando encima de las personas, ese puesto tiene que ser una consecuencia del servicio, de la fidelidad, del compromiso para con Dios y de nuestra entrega al ministerio.


Cualquiera que intenta conseguir un liderazgo en la iglesia comprando al líder con regalos, con cenas, con amistad, comete el pecado de simonía, en el libro de Hechos 8:9-20 nos habla de un mago llamado Simón, qué al ver como Pedro tenía el poder del Espíritu Santo, intento comprar ese don.


El liderazgo no se compra, se lo gana de hecho cuando eres ungido cómo pastor, simplemente es una confirmación de lo has estado haciendo en el ministerio o en el lugar donde estés sirviendo a Dios, Dios está confirmando tu servicio mediante llamamiento un ministerio.


Porque el liderazgo en la iglesia no es para servirnos de los hermanos, es para que nosotros sirvamos a los hermanos, nosotros debemos estar disponible para ayudarlos, alentarlos, darle una palabra, ministrarlos, orar por ellos.


La vida de Jesús fue una vida de servicio, donde él iba servía a los necesitados, vemos como cuando llegaba un lugar sanaba a los enfermos, en otras ocasiones cuando tenían hambre, los alimentaba, también les daba palabra para alimentar el espíritu.


S. Juan 13:4
-5 “se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.”


Me gustaría el contexto de este pasaje para que lo entendamos mejor. En aquella época las calles eran de tierra, por la calle encontrábamos perros, cabras, ovejas, burros y camellos que hacían sus necesidades en la calle, así que la calle además de ser de tierra, muchas de ellas olían feo, por los desperdicios de dejaban los animales, así que las personas que caminaban por la calle, tenían que esquivar los desperdicios.

 

Ahora imagínense caminar de noche, a oscuras, seguramente que muchos metían la pata como decimos vulgarmente. Es por eso que la gente que era rica de aquella época no caminaba, sino que tenían esclavos que nos llevaban alzados en una especie de cama.


En aquella época no existía la mesa tal cual la conocemos hoy, las mesas eran bajitas o simplemente en su lugar colocaban una alfombra sobre el suelo, dónde se ponían los alimentos, tampoco existían las sillas que conocemos hoy, las personas se sentaban sobre cojines en el suelo, entonces pensemos por un momento, no es para nada agradable tener que tomar los alimentos viendo los pies sucios y oliendo mal.


Para solucionar este problema, en las fiestas el anfitrión tenía un siervo que estaba encargado de lavar los pies a los invitados que llegaban. La última cena del señor, no había un siervo que lavara los pies, así que él se pone a lavar los pies a sus discípulos, tomando esa posición de siervo y mostrando humildad frente a ellos, humildad que nosotros debemos tener.



Jesús dijo yo he venido a ser servido He venido a servir y sirvió hasta el último instante de su vida.

S. Juan 15:13 “Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos.”

Jesús entregó toda su para salvarnos y rescatarnos, mostrando el máximo ejemplo de servicio y amor. Si el señor fue capaz de entregar su vida por mí, ¿cómo es posible que yo no sea capaz de entregar unas horas a la semana para servir a mi señor
?

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